dilluns, 16 d’agost del 2010

CUARTO MOVIMIENTO

Estación de tren abandonada.

Caminar, caminar y caminar. En resumidas cuentas, eso fue lo que hicimos en esta ocasión. Bueno...y observar. Es la única forma de encontrar delicias como ésta. En un principio no teníamos pensado buscar nada por la zona de la estación, creíamos que ya estaba todo visto, hasta que dimos con lo que parece ser un antiguo almacén para trenes de mercancías.





La primera impresión queda bastante clara: un lugar tan amplio y grande como vacío. El viejo suelo se encontraba ahora revestido de botellas, periódicos que anunciaban hechos ya muy remotos, billetes de tren y demás objetos que el tiempo había ido depositando allí.




 



El "merchandising" de la zona se basaba, como es lógico, en las compañías ferroviarias que antiguamente operaban el edificio, aunque, como siempre, en cualquier lugar abandonado, uno se encuentra con objetos que contradicen su propio entorno, como esta tétrica cabeza "dormida" de muñeca, cuya dueña seguramente ya había dejado de ser niña hace muchos años.



El techo, formado por vigas de vieja y robusta madera, empezaba a flaquear en algunos puntos,dejando que los rayos de luz entraran al interior del edificio.


Encontramos restos de una salida del trabajo con prisa, de alguien impaciente por llegar a casa y descansar, restos de una carrera para no perder el tren, de un no parar de ir y venir de gente.









Un pequeño habitáculo que posiblemente era la taquilla en la que se vendían los billetes de tren, o algún tipo de oficina para controlar las mercancías que allí llegaban se presentaba ahora llena de papeles, botes de cristal y pedazos de madera.






Y unas ventanas por las que alguien miró esperando impaciente la llegada de su tren, deseando escapar de una dura realidad para dirigirse a una nueva y mejor vida, buscando la ansiada libertad.













Justo al lado, una vieja vía esperaba un tren que con toda seguridad no llegaría jamás, ya que a escasos metros del lugar se encontraba la zona por la que transitaban los ferrocarriles actuales, donde estaban los pasajeros que, no sin cierta curiosidad, nos miraban, quizás preguntándose qué hacían dos extraños merodeando por un lugar que a simple vista carece de interés...para ellos, claro.


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