divendres, 19 de febrer del 2010

¡Adéntrate con nosotros!

En este blog pretendemos retratar lo que la gente olvida. Lugares abandonados por la memoria, a los que creemos se les debe dar una segunda oportunidad. Cámara en mano, nos adentramos en lo desconocido.

Primer movimiento,Villa Maruja

Por suerte, la puerta estaba abierta. Una mezcla de adrenalina y miedo es lo que sentimos. Hay cristales rotos, rejas oxidadas, polvo. Una auténtica delicia para cualquier objetivo.
Nos adentramos en la casa con total desconocimiento, no sabemos lo que vamos a encontrar. Una angosto y oscuro pasadizo nos lleva hasta la escalera, en el primer piso. Ayudados por la tenue luz natural que logra atravesar el vidrio turbio y roto, tomamos las primeras capturas. Sillones, una vieja chimenea, una barandilla cubierta de polvo, todo nos fascina. Sin estar completamente seguros de ello, decidimos subir al segundo piso. Antiguas puertas de doble hoja dan a habitaciones vacías, olvidadas. Podemos intuir lo que debió ser una terraza, ahora hecha escombros. Nuestra cámara recoge todas y cada una de estas curiosas escenas.Una vez fuera, la sensación no puede ser mejor. Definitivamente, empezamos con buen pié.
























Primeras impresiones de la casa. Una fachada gastada, que como aquellos pantalones tejanos que tanto nos gustan y siempre nos ponemos, queda descolorida.Ventanas y puertas abiertas,quizás porque esta casa ya no guarda nada de valor, o quizás porque ese valor no es algo que podamos ver o llevarnos.Una parte trasera totalmente destruida por el paso del tiempo. Observamos lo que antes podría haber sido un bonito jardín, florecido, lleno de color y de vida, y que ha dado paso a un sinfín de piedras muertas. Y nosotros dos allí plantados, delante de ese misterioso lugar, dispuestos a seguir adelante.


Un antiguo sillón y un cenicero encima de una mesa de jardín, como si acabaran de ser usados...
Una sensación que , en cambio, no nos produce la escalera, verdaderamente castigada por el tiempo.

En el piso de arriba, unas puertas de madera, que de alguna u otra forma, todavía resultaban elegantes. La pintura de la pared, rasgada en alguanas zonas, resultaba inquietante...

Ventanas abiertas y sin cristal, que dejan ver el antiguo jardín, ahora pasto de las malas hierbas. Polvo, telarañas y madera agrietada. El tiempo ha dejado su huella aquí, no hay duda.



Las puertas interiores están razonablemente bien conservadas, al igual que la pintura de la pared. No podemos decir lo mismo del techo de la vivienda o de su cara exterior, visiblemente dañada por la exposición a los elementos.
Una vez fuera, nos quedamos con las sensaciones que esta casa nos produjo, la mayoría de ellas inexplicables. ¿Cómo puedes sentirte observado en un sitio en el que aparentemente no hay nadie? Dejaremos la pregunta en el aire.