dimarts, 23 de març del 2010

Segundo movimiento.

Primera tarde de primavera del año. Sol, buena temperatura...la tarde perfecta para salir en busca de otro curioso lugar. Habíamos oído hablar de un viejo caserón en las afueras de nuestro pequeño pueblo. No lo dudamos ni un instante. Y vamos hasta allí, en medio del campo, rodeado de hierbajos,arbustos y ,como fuera de lugar, algún que otro pino.Un camino de tierra borrado por el paso del tiempo lleva desde la carretera hasta la misma puerta de la casa.


La casa y toda su historia tienen un algo que les hace ser tan extrañas... sabemos que es una vivienda que estuvo habitada durante el franquismo y hasta los años 80, pero nada se sabe de lo que pasó con la familia que allí vivía. Puede que emigraran a otro lugar, por razones de dinero, de trabajo o involuntariamente. Fuese cual fuese el motivo, se marcharon sin más, cogiendo lo imprescindible. En nuestra visita aún quedaban parte de sus objetos personales, de sus ropas, camas, platos, medicamentos,apuntes, revistas...Estamos seguros de que si no fuera por el paso del tiempo y por la curiosidad o el egoísmo de otras personas, ese lugar seguiría tal y como la familia lo dejó.



Cuando llegamos a la puerta de la casa nos la encontramos de par en par, y una intensa curiosidad nos hizo avanzar sin dudarlo. Una vez dentro, miles de sensaciones nos recorren el cuerpo. Lo observamos todo, sorprendidos por las señales de vida que aún se hallan entre las paredes, como una casa de muñecas desordenada cuando la niña acaba de jugar con ella.


Abrimos una de las primeras puertas con algo de inquietud. En la habitación que esconde,todavía queda la estructura de una cama infantil y un armario, aunque algo destartalado... En el suelo ropa de colores, de tallas pequeñas. En la puerta de al lado, lo que queda de un viejo colchón encima de una ruinosa cama de matrimonio.


Seguimos,y encontramos un comedor, que conserva dos sofás perfectamente colocados frente a a la chimenea, como si todavía alguien pasara los largos días de invierno junto al fuego,que ya dejó de arder hace mucho tiempo.

Un poco más adelante, separado por una puerta ancha, encontramos una cocina. En el lavaplatos aún quedan cacharros viejos, oxidados, sobres de azúcar o harina, cubiertos, botellas... realmente curioso. Ver la cocina en una situación tan cotidiana nos creó más curiosidad, ¿por qué la familia se marchó de repente?,¿por qué no molestarse ni en acabar de cocinar?

A la derecha ,un aseo,que todavía conserva las cortinas de la bañera...
Nos llama la atención la cantidad de periódicos viejos que hay tirados por el suelo, la mayoría de ellos de principios de los 90. También encontramos, en una de las habitaciones, hojas con ejercicios de dibujo que unos años atrás le habrían causado algún que otro dolor de cabeza a alguien...
Y continuamos inspeccionando la curiosa vivienda. Normalmente las casas abandonados son poco más que cuatro paredes medio derruidas, pero el caso es que esta todavía guarda muchos recuerdos, pequeños objetos, papeles, comida, muebles, que algún día eran utilizados diariamente por la familia que, por un motivo que nos es desconocido, dejó su hogar de la noche a la mañana .

Pequeños muebles que aún guardan secretos, restos de un gran esfuerzo, de aficiones, como la gran colección de cómics que encontramos en una bolsa.

Anexa a ésta encontramos otra casa, con un aspecto distinto, más deteriorado, más muerto.


Aquí, a diferencia de la otra, vemos las paredes en muy mal estado,cayendo poco a poco, a causa del tiempo y la soledad.

Pocos objetos curiosos encontramos en ella, pero uno es esta escalera de madera, un poco fuera de lugar, y que hoy sigue allí en pie, olvidada, envejeciendo día tras día.
Ciertas zonas de la casa parecían quemadas... quizás fue este el motivo por el que hoy en día está abandonada. El techo, completamente destrozado, se rompe casi como una tableta de chocolate, en pequeñas "onzas", por así decirlo.

Unas escaleras nos llevan a lo que fue la planta superior, ya que ahora lo único que se puede encontrar es el vacío, ni siquiera el suelo ha resistido el paso del tiempo...
La cocina, en parte quemada, se presenta ennegrecida por las llamas y el humo, mientras que el resto aparece simplemente lleno humedad y escombros.

Seguimos avanzando y descubrimos una especie de garaje totalmente desierto, mucho más frío que el resto de la casa.


Y cuando ya estábamos decididos a salir, encontramos una puerta en ese garaje que nos llevaba a un viejo cobertizo, donde aún quedaban restos de la vida que había llevado la familia.

Encontramos un libro de registros. Al abrirlo, un aroma a antigüedad nos invadió. En él encontramos anotados datos de diferentes animales, por lo que dedujimos se trataba de una pequeña granja, posiblemente, el medio de vida de la gente que allí habitaba en un tiempo que nos resulta muy lejano.